Cambian los alambrados por ladrillos para protegerse. El año pasado dos nenes de 7 años fueron heridos durante un tiroteo entre bandas narco.
Hace algo más de un año, el club rosarino Defensores de América, situado en el noroeste de Rosario, vivió una tarde de terror en lo que parecía ser una jornada tranquila de entrenamiento.
Un tiroteo entre dos bandas narco provocó que dos chicos de 7 y 8 años resultaran heridos de bala. Más tarde la policía confirmó que se dispararon más de 60 balazos, y varios terminaron en el interior de la precaria institución.
Paso el tiempo y las acciones para evitar nuevos casos similares quedaron en la nada. Dos meses estuvo cerrada la canchita y ahora el predio del club luce un paredón. Es sólo un muro de ladrillos huecos que protege alrededor de 120 chicos de la zona que se entrenan dos veces a la semana.
Según los vecinos, es una zona plagada de tiroteos. Los ajustes de cuenta suelen tener una raíz en la discusión por algún búnker de drogas. Por este miedo, cinco instituciones deportivas barriales, aparte del club Defensores de América, están construyendo paredones para proteger a los chicos.
